Chipre es la tercera isla del Mediterráneo por superficie y población. Ubicada en el extremo oriental del mar Mediterráneo, es un lugar ideal para todo tipo de viajeros, sobre todo familias con niños. En mi opinión, la mejor época para visitar Chipre es primavera u otoño, ya que el tiempo no es tan cálido como en julio y agosto, y además los precios de alojamiento son más asequibles.
Paphos, en el suroeste de la isla fue mi puerta de entrada a la isla. Desde allí, se puede explorar la península de Akamas, o disfrutar de una panorámica en la zona de Coral Bay, foto que ilustra el artículo.
En la parte interior del país, donde el Monte Olimpo roza los 2000 metros sobre el nivel del mar, se conservan extraordinarios ejemplos de arquitectura bizantina. Los mosaicos que adornan las iglesias ortodoxas son otro ejemplo de su riqueza patrimonial.
Chipre cuenta con escasez hídrica desde hace mucho, por eso proliferan pozos ilegales. Además, los conflictos geopoliticos provocaron la intervención de la ONU, que trabaja desde hace años en favor de facilitar el comercio entre la República de Chipre y su vecina Chipre del Norte, país solamente reconocido por Turquía.
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