Los últimos kilómetros por Tailandia pedaleé en solitario, desde Trang a Hat Yai y de ahí a la frontera. El recorrido no fue muy exigente. Debido al calor, hice alguna parte durante la noche, con lo que avancé rápidamente y el día 30 de octubre crucé a Malasia.
Decidí ir improvisando por el nuevo país, y me dirigí hacia Kuala Perlis, en la costa noroccidental. Allí, pude entablar conversación con el vigilante de un centro comercial, quien me permitió cargar las baterías en enchufes. Después, me ofreció la posibilidad de dormir allí dentro, aunque ya había encontrado otro lugar.
De Malasia, he podido observar que es un país en el que el Islam tiene bastante protagonismo. En la carretera se pueden ver grandes carteles anunciando madrasas y eslóganes adoctrinadores.
En cuanto a infraestructuras, se observa un nivel de desarrollo más elevado que en los demás países del sudeste asiático. Para el viajero, los precios no son más altos que en la vecina Tailandia. Las carreteras, se encuentran por lo general en perfecto estado.
En Kuala Perlis no hay mucho para ver. Como los enchufes son del tipo británico, decido comprar un pequeño adaptador universal en un Seven Eleven.
A la mañana siguiente, amanece con lluvia, pero para cuando me pongo en marcha ya ha parado. Decido pedalear por la carretera de la costa. Se trata de una carretera bastante estrecha junto al mar, con poco tráfico y rodeada de vegetación, con lo que es muy agradable rodar con la bicicleta. El litoral aquí está bastante poblado, en forma de pequeños pueblecillos de pescadores, donde la contaminación ambiental se deja notar. Los residuos flotan en los canales y en los márgenes costeros. Avanzo a través de campos de palmeras, plataneras, y otras especies tropicales. La fauna, también hace acto de presencia. Una iguana bastante grande se cruza a gran velocidad por delante de mi bicicleta. En una especie de edificios abandonados, se escucha un fuerte ruido de pájaros, pregunto a un local y me dice que son nidos, como ya me suponía.
A primeras horas de la tarde, tomo un desvío para incorporarme a otra carretera que va más al interior. El tráfico aumenta y el paisaje ahora está dominado por los arrozales. Decido parar a probar la gastronomía malasia en un bar de carretera. Uno de los platos más típicos es el Roti, de influencia india. Se trata de una especie de pan, al que se le añaden diferentes tipos de salsa. Son muy baratos, creo recodar que 3 Rynggit, que al cambio son unos 70 céntimos de euro. Pruebo dos de ellos y continuo hacia la localidad de Alor Setar, capital del estado de Kedah. Al lado de la carretera encuentro un edificio nuevo de viviendas, enfrente de una escuela. De casualidad, veo en el móvil una red wifi abierta y aprovecho para conectarme. Como la humedad es muy alta y no me apetece buscar un alojamiento, decido que dormiré a la intemperie. A las doce aproximadamente me duermo. Me despierto a las 3 y media miro alrededor, pero no hay nadie. Vuelvo a dormirme. A las 5:25 me despierta la llamada a la oración de una mezquita próxima. Estiro la mano para coger el móvil y no lo encuentro. Miro y no lo veo. Levanto la cabeza, y donde debería estar mi bici aparcada, no hay ni rastro. Acabo de darme cuenta que mientras dormía me han robado la bicicleta con las alforjas y el móvil. Tan solo me quedo con lo puesto. Por suerte, llevo la cartera y pasaporte conmigo, porque utilicé como almohada un pantalón donde lo llevaba. Salgo a la carretera y decido pedir auxilio en una gasolinera. La joven empleada sale de la garita y, tras explicarle lo sucedido me acompaña corriendo al otro lado de la carretera, donde hay otra gasolinera. Allí, el chico intenta llamar a la policía, pero no cogen el teléfono. Me invita a un refresco. Decido que debo hacer algo para ganar tiempo, vuelvo al lugar de los hechos, y observo que hay una garita de seguridad junto a un concesionario de Nissan. Allí, está el empleado de seguridad, al que le explico mi situación. El hombre se ofrece muy amablemente a acompañarme cuando finalice su turno a las 8 de la mañana a la comisaría de policía para formalizar una denuncia. Al final, habla con su jefe y me lleva en coche un empleado del concesionario. Una vez en comisaría, hago el informe sobre el robo y me mandan esperar. Al de media hora, entro a una oficina con un investigador, que recaba más información. Me doy cuenta de que al lado de donde dormía había una cámara de seguridad de una tienda de muebles de oficina. Junto con otros dos agentes, nos dirigimos en coche al lugar de los hechos y reconstruyo la situación, mientras aprovechan para tomar fotografías. Entramos a la tienda y pedimos la grabación, donde se ve como una persona con un chaleco reflectante se acerca por detrás, coge el móvil que tenía a mi izquierda y después la bicicleta. Ocurrió exactamente a las 4:59 h.
Sin bicicleta ni equipaje, me encuentro tirado en una localidad malasia de 200 mil habitantes. En principio me quedaría parte del viaje por Malasia hasta llegar a Singapur. Finalmente, decido viajar a Kuala Lumpur, donde, después de visitar las torres Petronas y otros lugares de interés, tomo un vuelo de vuelta a Bilbao.
La aventura concluye de una forma abrupta y nada deseable, pero sigo con ganas de regresar próximamente al sudeste asiático para explorar la zona con mayor profundidad, y esta vez, sí, llegar a Singapur para poder dar por concluido así el viaje, aunque realmente lo importante no ha sido el destino, sino el camino lo que he disfrutado del viaje.




















Joño! Suerte txarra hi! Behintzet berriz biajatzen ari zara eta gaitz erdi ezta? Gorantziak Antzuolatik!
Bai, azken finean lapurreta bidaiarean amaieran izan zen… orain Eskozian nago bigarren eskuko bizikleta batekin. Outer Hebrides eta Skye-ra joango naiz eta gero Bilboraino. Konferentziak eta guzti antolatzen ikusi zaitut! Gorantziak!