Después de varios días de descanso en Phnom Penh, puse rumbo hacia la frontera sur con Tailandia. De Phnom Penh se puede decir que es una ciudad típica del sudeste asiático pero con ciertas características de ciudades europeas, donde quedan importantes reminiscencias del pasado colonial, no en vano fue parte del imperio francés. Es una capital pequeña, donde el visitante no puede faltar a la visita de la cárcel-museo del genocidio de Pol Pot. Salir de la capital camboyana llevó su tiempo, ya que la carretera tenía algunos tramos inundados y quedaban atascados los vehículos, además, los continuos baches y la contaminación por el polvo y suciedad de las calles, no facilitaban las cosas.
Los frenos de la bicicleta de Sel necesitaban líquido de frenos para seguir funcionando y no fue sencillo encontrar algún mecánico que los dejara en condiciones en la ciudad de Sihanoukville. Por ello, a duras penas continuamos hacia Tailandia para ver si en Bangkok se arreglaban de una vez.
La ruta en los últimos kilómetros antes de la frontera con Tailandia por la carretera 48 se emplaza en un denso paisaje forestal donde no hay mucho para ver y de vez en cuando alguna pequeña aldea completa el paisaje.
El paso fronterizo fue rápido. En el lado camboyano toman huellas dactilares con máquinas de última generación, paradojas de uno de los países más pobres de Asia. En el lado tailandés, como ya llevaba la visa estampada en el pasaporte, tampoco se demoró mucho, aunque sí hubo que rellenar uno de esos formularios de llegada/salida donde te piden algunos datos y que en este caso como en el de Camboya, te grapan la hoja en el pasaporte, lo cual no es muy cómodo sobre todo cuando te quedan pocas hojas disponibles.
Nada más entrar en Tailandia, saltan a la vista varias diferencias, como es circular por la izquierda. También se nota un país más desarrollado, donde las calles se ven limpias porque tienen un mejor sistema de recogida de residuos. Para ir en bicicleta el asfalto está en perfectas condiciones y a veces hay arcén, eso sí, los coches circulan bastante rápido en carretera. Abundan los pequeños supermercados Seven Eleven y la gente parece más acostumbrada a los extranjeros.
Después de una breve visita a Trat, llegué a Bangkok, una ciudad moderna repleta de supermercados 7-Eleven. En la capital del país he pasado los últimos días, hospedado en la guesthouse New Phiman, junto al río y al puente Rama VIII,a un kilómetro de Khao San Road, la famosa zona de mochileros y movida en la capital tailandesa. En Bangkok he dado algún retoque a la bicicleta y aprovechado para descansar. Se trata de la ciudad más importante del sudeste asiático, es moderna y bulliciosa, los tuk tuk se abren paso entr el intenso tráfico. He visitado el barrio chino, y como no, la famosa calle Khao San Road. Desde la capital tailandesa continuaré el viaje por Tailandia hacia Phuket, Krabi y la frontera de Malasia.









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