China: Camino hasta Pekín

Durante los últimos días he estado viajando desde la provincia de Xinjiang en el oeste del país, hasta Pekín, al nordeste, pasando por zonas rurales del centro de China en las provincias de Gansú o Sichuan y visitando ciudades como Lanzhou, Chengdú, y Xian. Han sido días intensos, en los que se han sucedido muchas anécdotas y la ayuda de la gente local ha sido muy importante a la hora de continuar el viaje, sobre todo por las dificultades de comunicación.

Al de dos días de salir en bicicleta de Lanzhou hacia Chengdú, por falta de tiempo como  ya dije en otro post porque China es muy extenso y el visado está limitado, decidimos parar una pick-up, donde cargamos las bicis. El vehículo a duras penas consigue avanzar por las cuestas, debido al peso de su carga añadido a nuestras bicicletas y equipaje. Parece que en cualquier momento se va a parar y no va a conseguir arrancar. Sin embargo, el joven lo conduce con habilidad y logramos franquear importantes montañas. Pero algo parece haber fallado: No le hemos indicado bien hacia donde queremos ir y se desvía 28 kilómetros por una carretera con unos puertos durísimos en un paisaje agreste azotado por el calor. Nos damos cuenta tarde, nos encontramos perdidos en un pequeño pueblo de montaña. Al percatarnos, el conductor de la furgoneta capta nuestra preocupación. Finalmente, conseguimos hacernos entender con ayuda de un mapa y, después de descargar parte de la furgoneta, decide llevarnos de vuelta al cruce donde debíamos habernos bajado. Ese día gracias a su ayuda conseguimos ponernos de nuevo en rumbo hacia Chengguan, que era el pueblo al que nos dirijíamos, después de una situación complicada.

El otro día, a la hora de coger un tren en Chengdú hacia Xian, no nos dimos cuenta de que no teníamos asiento asignado hasta llegar al convoy, donde una chica nos lo comunica. La imagen era de película: unas 30 personas hacinadas en los pasillos y entre los vagones. La duración del trayecto era de 16 horas, con lo que decidimos salir del tren y buscar una alternativa en autobús. Cuando intentábamos buscar la estación de bus, un chico que hablaba inglés nos acompaña, y nos dice que igual lo podemos cambiar por otro tren. Mi compañero de viaje Sel, había roto el billete por la mitad. Después de varias carreras por diferentes departamentos por la estación y arreglar el billete roto con cinta, logramos cambiar los billetes para las 21 h., llegando a medio día del día siguiente a Xian.

En Chengdú, la visita a la base científica de estudio y conservación de los osos panda, es lo más interesante. Tras un buen madrugón, puesto que el lugar está a 15 km del centro y hay que ir pronto para verlos desayunar ya que después por el calor se echan a dormir, consigo ver de cerca a estos animales, que en estado salvaje no superan los 2000 ejemplares.

Después de Chengdú, he visitado Xian, una histórica ciudad conocida porque a pocos kilómetros se encuentran los guerreros de Terracota. Este museo, recoge los hallazgos de unas esculturas de piedra. En mi opinión, está muy sobrevalorado. Es un lugar muy turístico y el calor que hace dentro del pabellón 1, donde están la mayoría de las figuras, es como estar en un invernadero. Sin embargo, la ciudad de Xian sí merece la pena, sobre todo la visita al barrio musulmán, donde se hace un mercado al aire libre muy interesante.

Mientras escribo estas líneas me encuentro en Pingyao a la espera de un tren que me llevará hasta la capital de China, Pekín.

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